domingo, 2 de mayo de 2010

"El no tan soso"



Me compré una falda corta, muy corta. Es bonita.


Me gusta usar falda, es más sencillo tener acción, una no pierde el estilo, además de que hay hombres a los que les gusta hacerlo sin quitarnos la ropa. En el trabajo me han tocado un par de ellos.

Recuerdo al primero, lo llamaré "el no tan soso"


A él lo conocí en un encargo en el cuarto de la copiadora. Ese día parecía no ser "mi día", hasta que el destino y la falta de tonner nos puso en la misma habitación por 20 minutos. Resulta que todo me había salido mal, había perdido el autobús camino al trabajo ya que me levanté tarde, desayuné bastante mal en el camino, mi jefe (el idiota) me "citó" en su oficina para hacer una serie de teorías acerca de por qué carajos había llegado tarde (entr ellas estaba que había tenido diversión durante la noche, con lo cual, para mi mala suerte, se equivocó), luego tenía bastantes encargos sobre mi escritorio, mucho de los cuales incluía sacar copias, imprimir folletos de venta y demás trabajos de oficina, que en lo personal, detesto.


Total, me dispuse a ir al cuarto de la copiadora (el cual es increíblemente estrecho, estoy ya mandando un correo para el récord guinness para nominarlo al premio del "cuarto más pequeño del mundo"), siempre hay más gente de la que cabe y comúnmente huele a tóxicos. Esta vez, maravillosamente estaba vacío. Introduje la primer copia y resulta que comienza a marcarme que faltaba tonner- ¡genial!- eso pensé. Pateé con mis tacones nuevos inútilmente a la máquina mientras maldecía al bastardo que se terminó la tinta y no la cambió. De pronto entró un compañero del trabajo (el cual cada que paso por su escritorio no deja de respirar como enfermo) y, antes de que entrara al cuarto le digo con voz dulce que era un maravilloso día hasta que me topé con el detalle de que la máquina no tenía tonner, y que si me haría el favor de ir por un cartucho nuevo ya que esos feos tacones me mataban un poco... Obviamente aceptó.

Bien, no tuve que aguantarlo cerca. En ese poco tiempo en el que estuve sola aproveché para repasar los encargos que tenía hasta que de pronto alguien más entró en la habitación; era un joven con unos cuantos años menos que yo, una sonrisa linda y con una mirada decidida. Ya lo había visto antes, él trabajaba a unos cuantos escritorios de mí, era nuevo en la empresa, muy serio, no se lleva con muchos, siempre se me había hecho algo curioso pero bastante soso para mi gusto.

Se aproximó a mí preguntandome lo que le sucedía a la máquina, le expliqué el detalle faltante y se paró al lado mío sugiriendo que esperásemos juntos a que volviera el enfermo del aliento ajitado. En ese silencio él no dejaba de mirarme, esas miradas que todas las mujeres conocemos, esas que dicen "¿lo hacemos o que?" así, sin más. Pero como yo en ese entonces lo consideraba algo soso, bloqueé un poco estos pensamientos y me dediqué a sólo sonreír. Él correspondió. Supongo esa fue una respuesta. Preguntó- "¿Hace cuánto se fue tu amigo?"- A lo que yo respondí sonriendo y dando un paso hacia él. Así de rápido fue, no invertí tiempo en un café, he tenido un par de situaciones en las que no pregunto ni siquiera el nombre, cuando el tipo es decidido, guapo y no veo un anillo en su mano, para mí es luz verde.


Ese día traía falda y nada de medias, todo fue sencillo y rápido. Nos pusimos atrancando la puerta del cuarto diminuto, él contra mí con su decisión y seguridad características en esa habitación. Rápidamente levantó mi falda por encima de mi cintura, desabrochó un par de botones de mi blusa mientras me besaba el cuello (no doy besos en la boca, con esos se encariña uno), él no decía nada, iba a lo que iba, en un minuto sacó su pene por el cierre de su pantalón y se acercó aún más a mí, moviendo mi ropa interior hacía un lado y penetrando fuertemente. Acariciaba mis senos por encima de mi blusa y cuando yo comenzé a hacer intentos por quitármela él me tomó mis brazos y los colocó de un sólo movimiento sobre mi cabeza, impidiéndome moverlos, con esto entendí cierto gusto de él por no perder el tiempo vistiendo y desvistiendo. Parecía que ya tenía experiencia en ese tipo de circuntancias, era bueno. Todo terminó en unos cuantos minutos, justo a tiempo para recibir el tonner. Cuando terminamos sólo me volvió a sonreír, me pidió disculpas por haber sido algo tosco conmigo (esa era su parte sosa) y me ayudó a bajar mi falda con mucho cuidado, el cual no lo tuvo minutos antes.

No me pidió que saliéramos, sólo preguntó mi nombre, ambos reímos, era chistoso el haber tenido sexo sin saber el nombre del otro. Le pedí que lo dejáramos así y que si nos volvíamos a topar en el cuarto de la copiadora solos tal vez le diría mi nombre, él sólo me pidió, como único requisito, que usara falda cuando tuviera copias que sacar.


Y así fue durante un tiempo, un par de veces a la semana tenía esa "obligación" de ir por copias, a veces había más gente pero con el paso de los días fui haciendo como un horario en común en el que se le ocurre a muchos acudir a ese lugar y resulta que una hora antes de ir a comer muchos se reúnen ahí precisamente para debatir sobre lo que comerán en ese día, pasando esa hora mucha gente esta fuera de la oficina, ese es un buen momento para ir.

A veces lo hacíamos igual atrancando la puerta, pero cuando la cambiaron por una nueva que sí tenía seguro, podíamos cambiar de posición, aunque no había mucha opción o era contra la puerta o sobre la copiadora, no más. Nadie nos sorprendió, siempre teníamos una buena excusa para salir bien librados; nunca salimos juntos, no hubo esas ganas de por medio, al parecer ambos queríamos dejar las cosas así, él parece ser alguien de pocas palabras. Hasta ahora no le he dicho mi nombre, ni él el suyo. Ninguno de los dos tenemos ese interés el uno por el otro, y así es mejor, por lo menos con él. Ni tan soso el muchacho.


Esta falda que me compré en parte es para él, ha sido bueno conmigo, creo se lo merece. Tal vez le de ese "gustito." Y si no, como quiera es una prenda más para mi colección.


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